Artículo publicado en "Revista Salud mental y comunidad" (ULsa 2021)
Ser padres es una gran responsabilidad, ya que uno se debe hacerse cargo de una nueva vida, de su bienestar físico, mental y emocional, pero también es un proceso que conlleva grandes cambios cargados de satisfacciones y a su vez expectativas, deseos y miedos.
En consulta escucho a muchas madres y padres hablar sobre lo que les significa y re-significa este proceso. La maternidad y paternidad es difícil en sí, saber cuándo se debe uno posicionarse y saber qué y cuándo hacer y que no hacer, crean por momentos una serie de exigencias que llevan a un sentir que nada es suficiente, por otro lado, puede aparecer la culpa ante ciertas reacciones de sus hijos y temen no estar haciéndolo bien.
Todas estas interrogantes me hacen plantear que muchas veces existen fantasmas que derivan de la historia propia de cada madre o padre, que en ocasiones obstaculiza la relación con los hijos. Es decir, aquello que gusta o disgusta de sus hijos podría corresponder a rasgos que evocan experiencias de su historia personal. El proceso de maternidad y paternidad transporta a la infancia propia ya sea de forma consciente o inconsciente, esto lo podemos ver cuando los padres refieren que ellos no les gusto algún aspecto de su educación y que están seguros de que no educaran a sus hijos como sus padres lo hicieron, sino más bien que harán todo lo contrario. La importancia de poder analizar, entender y trabajar esto permitirá poder disfrutar de los hijos y del proceso de la maternidad y la paternidad.
No olvidemos que un bebé es como una hoja en blanco en la cual se escribirá y reescribirán cada día, así que, para poder entender lo que deviene en cada etapa de desarrollo físico, psíquico y emocional, es importante que cada madre y padre pueda mirar dentro de sí, reconocerse y diferenciarse para poder aceptar al bebé tal y como es y escribir junto con él una historia enriquecedora llena de avances y también retrocesos que son necesarios para su desarrollo evolutivo, psíquico y emocional.
Los primeros años de vida son fundamentales para escribir su futuro como adulto, el bebé depende de la función materna y paterna ejercida. Se llama función, ya que puede ejercerla la madre, el padre o en algunos casos es ejercida por otra persona como los abuelos o tíos. La función materna consiste en hacer un holding, como decía el psicoanalista Donald Winnicott, que es brindarle al bebé un sentimiento de protección y seguridad, un sostén donde se pueden contener sus angustias y calmarlo cuando lo necesita. El bebé tiene que sentir que es lo más importante para sus padres y merece ser amado para así poder constituirse psíquicamente y formar una base de seguridad de sí mismo y buena autoestima.
Ser padres es una gran responsabilidad, ya que uno se debe hacerse cargo de una nueva vida, de su bienestar físico, mental y emocional, pero también es un proceso que conlleva grandes cambios cargados de satisfacciones y a su vez expectativas, deseos y miedos.
En consulta escucho a muchas madres y padres hablar sobre lo que les significa y re-significa este proceso. La maternidad y paternidad es difícil en sí, saber cuándo se debe uno posicionarse y saber qué y cuándo hacer y que no hacer, crean por momentos una serie de exigencias que llevan a un sentir que nada es suficiente, por otro lado, puede aparecer la culpa ante ciertas reacciones de sus hijos y temen no estar haciéndolo bien.
Todas estas interrogantes me hacen plantear que muchas veces existen fantasmas que derivan de la historia propia de cada madre o padre, que en ocasiones obstaculiza la relación con los hijos. Es decir, aquello que gusta o disgusta de sus hijos podría corresponder a rasgos que evocan experiencias de su historia personal. El proceso de maternidad y paternidad transporta a la infancia propia ya sea de forma consciente o inconsciente, esto lo podemos ver cuando los padres refieren que ellos no les gusto algún aspecto de su educación y que están seguros de que no educaran a sus hijos como sus padres lo hicieron, sino más bien que harán todo lo contrario. La importancia de poder analizar, entender y trabajar esto permitirá poder disfrutar de los hijos y del proceso de la maternidad y la paternidad.
No olvidemos que un bebé es como una hoja en blanco en la cual se escribirá y reescribirán cada día, así que, para poder entender lo que deviene en cada etapa de desarrollo físico, psíquico y emocional, es importante que cada madre y padre pueda mirar dentro de sí, reconocerse y diferenciarse para poder aceptar al bebé tal y como es y escribir junto con él una historia enriquecedora llena de avances y también retrocesos que son necesarios para su desarrollo evolutivo, psíquico y emocional.
Los primeros años de vida son fundamentales para escribir su futuro como adulto, el bebé depende de la función materna y paterna ejercida. Se llama función, ya que puede ejercerla la madre, el padre o en algunos casos es ejercida por otra persona como los abuelos o tíos. La función materna consiste en hacer un holding, como decía el psicoanalista Donald Winnicott, que es brindarle al bebé un sentimiento de protección y seguridad, un sostén donde se pueden contener sus angustias y calmarlo cuando lo necesita. El bebé tiene que sentir que es lo más importante para sus padres y merece ser amado para así poder constituirse psíquicamente y formar una base de seguridad de sí mismo y buena autoestima.
Por otro lado, nos encontraremos la función paterna, que como la anterior, puede ser ejercida por ambos padres o alguna otra figura referente y que abrirá un camino muy importante a la independencia y autonomía. Esta consiste en poner límites y hacerle ver al niño que no se puede hacer todo lo que él quiere, sino que hay reglas establecidas no solo en la familia sino en la sociedad que deben cumplirse. Un claro ejemplo es decirle al niño que no puede dormir siempre en cama de mamá y papá, él tiene su cama y así como ustedes respetan su espacio, él tendrá que respetar el suyo.
Establecer límites es necesario para el desarrollo de todo niño, en una infancia saludable el niño puede disfrutar, pero también debe tener límites que lo contengan. Muchos padres refieren que les es muy difícil ponerlos por miedo a que sus hijos los dejen de querer, por lo tanto, no se dan la autoridad para hacerlo y a su vez para ejercer como padres, no olvidemos que un niño amado es aquel que se le ponen límites sin caer en el autoritarismo, ya que le están dando herramientas para construir el camino de la autonomía e independencia.
También es importante recalcar que entre menos se establezcan los límites a edades tempranas serán más difíciles establecerlos en edades más avanzadas, porque los niños al crecer van adquiriendo fuerza y posiblemente si uno no fue capaz de soportar un llanto le será muy difícil soportar un gran berrinche y terminará ejerciendo algún tipo de violencia o cediendo a los deseos del niño.
Cuando la función materna y paterna no se establece o realizan adecuadamente, las consecuencias pueden traer dificultades que si no se tratan a tiempo pueden durar toda la vida y afectar el desarrollo psíquico, emocional y evolutivo del niño. Los padres son una figura de referencia sumamente importante ya que permite que las niñas y niños puedan tener un proceso de identificación con los adultos, es decir, si la madre o padre tienen dificultades y se encuentra deprimidos, es muy probable que transmitan esto a sus hijos y no logren ejercer las funciones necesarias para ocuparse de las necesidades de los niños.
Los padres deben de autorizarse a ser padres y encontrar por sí mismo o con ayuda de un profesional el equilibrio entre los límites y la flexibilidad, la capacidad de educar, contener, sostener con amor y responsabilidad. Aceptarnos como somos, reflexionar y reconocer nuestras capacidades, dificultades y limitaciones es un primer paso para facilitar la tarea y convertirla en algo menos exigente y más grato.
No olvidemos que en la infancia se construyen las bases de la personalidad, por lo cual será muy importante el vínculo que se establezca con los hijos, por lo tanto, no será fácil más bien será un proceso lleno cambios, de dudas, situaciones inesperadas y a su vez muchas gratificaciones.
Me gustaría terminar con unas preguntas que considero importante poder pensar, únicamente es necesario tomarnos un momento para reflexionar.
¿Qué es lo que consideras más gratificante de la relación con tu hijo? ¿Qué es lo que más se te dificulta y preocupa?
Referencias:
Bettelheim, B. (1988): No hay padres perfectos. Editorial Planeta
Bleichmar, S. (1984): En los orígenes del sujeto psíquico, Amorrortu, 1995.
Botbol, M. (2003): Bebé, bienvenido al mundo. Editorial Síntesis.
Klein, M. (1920): “In statu nascendi” Revista Psicoanálisis, vol. III, n. 2/3-(301-307). Buenos Aires, 1981.
Knobel, J. (2013): El reto de ser padres. Editorial Grupo Zeta.
Michelena, M. (2000): Un año para toda la vida. Editorial Síntesis
Nasio, J.D. (2001): “Cómo escuchar a un niño” Seminario dictado en Buenos Aires (web Juan David Nasio).
Wildlöcher, D. (2004): Apego Infantil. Siglo XXI Editores
Winnicott, D. W. (1980): La familia y el desarrollo del individuo, Buenos Aires. Hormé.
Winnicott, D. W. (1965): The Maturational Processes and the Facilitating Environment. The Hogart Press & The Institute of Psycho-Analysis.